Creo que una de las primeras cosas que se nos cruza por la cabeza al saber que somos celíacos es la palabra Pizza…bah, en mi caso particular fue otra palabra…cerveza, pero bueno, lo de la pizza es verdad. Muchos habrán pensado por un fatídico segundo: no puedo volver a comer una nunca más, o al menos no una rica.

Al otro día de recibir mis análisis decidí que mi primer encuentro con la celiaquía iba a ser una pizza. Junté coraje y fui a comprar una cajita: premezcla lista, solo agregar agua y el sobre de levadura que contiene el paquete, decía. Con nervios y ansiedad, como si estuviera manipulando la “anti materia” del libro Angeles y Demonios, seguí meticulosamente las instrucciones.
En unos minutos tuve en mis manos un amasijo bastante asqueroso, muy alejado de la hermosa sensación que nos da una masa trabajada. Perdiendo ya algo de la poca calma que me quedaba, llamé a mi mamá que andaba por ahí, y ni bien apareció la abarajé con un “esto es un asco, la voy a tirar y comemos otra cosa…fue”. Tenía un nudo en la garganta, porque realmente me había entusiasmado con mi nueva dieta, que comenzaba esa noche. Mi vieja, tranquila y emprendedora como siempre, me dijo que no la tire. Se puso aceite en las manos y arregló con enorme paciencia, el menjunje que intentaba parecerse a una masa.
Una hora más tarde comíamos las dos una cosa bastante parecida a una pizza, de sabor aceptable y de consistencia a mejorar (definitivamente).
Cuento esto porque no me lo olvido más. Así estuve bastante tiempo, entre cajitas de premezclas y recetas de internet, sin encontrar la pizza que me hiciera sentir que estaba comiendo…pizza.
Hasta que de tanto intentarlo, luego de mucha lectura en varias páginas, me animé y probé de hacer mi propia premezcla, casera. El resultado: una pizza y dos personas felices (Axel y yo).
No podíamos creer lo rica que estaba, lo crocante de la masa, que parecía a la piedra. Y lo versátil que era para ponerle arriba lo que quisiera. Hace poco hasta las hicimos a la parrilla, con mi mamá como invitada, que ya no tuvo que salvarme de un amasijo amenazante.
La verdad es que queda muy rica, y no es para nada difícil. Solo hay que tener los ingredientes de la masa, y algo de paciencia…cosa a la que en realidad estamos bastante acostumbrados los celíacos, así que no es nada nuevo.

pizza-sin-gluten01

Receta de la Masa de Pizza Sin Gluten

• Empiezo pesando las féculas y harina; uso almidón Egran que es mucho más barato que la Maizena. Las cantidades tienen que ser justas: 150 gr de cada una (harina de arroz, almidón de maíz y fécula de mandioca), más dos cucharadas de leche en polvo.

• Luego revuelvo toda la premezcla con batidor de alambre para que se mezcle bien.

• Después hidrato un sobre de levadura en polvo con una taza de agua tibia (no tiene que estar a más de 35º) y dejo que se disuelva bien.

pizza-sin-gluten03

• Mientras coloco las 4 cucharadas de aceite sobre las harinas, un huevo y sal. Revuelvo para mezclar el huevo con el aceite y de a poco incorporo la levadura.

• Ahora mezclo con una cuchara, intentando incorporar la premezcla de los bordes hacia adentro y después con las manos. La consistencia es una masa floja, que no se puede amasar como las comunes y que se queda pegada un poco en las manos.

• Con esa cantidad divido en dos, y sobre pizzeras aceitadas las voy acomodando con paciencia, hasta llegar a los bordes.

• Dejo descansar arriba de la cocina, con el horno bajito. Después de unos 20 minutos, las horneo, bien caliente el horno, 2 minutos o 3, las saco, les pongo la salsa y las vuelvo a meter otros 3 minutos. Prepizza lista para armar, o para tener en el freezer.

Son muy ricas. También podemos hacer pizzetas dividiendo el bollo en porciones más pequeñas, o una pizza tipo molde (altita) usando todo el bollo en una pizzera grande.

Espero que les sirva, prueben de hacerla, y me digan!

* Verificar que todos los productos sean utilizados sean sin TACC, consultar logo, ingredientes o listados asociaciones de celiaquia.